La televisión ha cambiado mucho desde su llegada a los hogares en los años cincuenta del siglo pasado. Con él no sólo llegan más canales y mejor calidad de imagen, también hay que tener en cuenta los servicios interactivos, que permitirán reservar una habitación de hotel o contactar con la administración usando el mando de la tele.
Una de las primeras muestras de interactividad en la televisión aparece con el teletexto en 1972 en el canal británico BBC. En España este sistema se implanta en 1988, aunque ya en 1982 se hacen las primeras pruebas con la excusa del mundial de fútbol. El teletexto se basa en la emisión continuada de información textual con color utilizando un espacio de la señal analógica de televisión que había quedado sin uso al mejorar la tecnología de los aparatos de televisión. Con el teletexto, el usuario es capaz de realizar más operaciones con su televisor, además de cambiar de canal o configurar el volumen y la visualización de la imagen.
Después del teletexto, aparece la interactividad en la televisión a través de aparatos dotados de una conexión de internet o línea telefónica como telepik o teletrébol, en TVE1 o Tele5, respectivamente, a principios de los 90. Estos sistemas fracasaron debido a su extremadamente baja penetración en el mercado. Con el cambio de milenio aparece otro intento, el de QuieroTV, ya ligada a la TDT, que explotaba la navegación en internet a través de la televisión. También fracasó, debido a la baja implantación de internet en España cuando apareció y a la competencia que ofrecían otro tipo de sistemas de televisión digital por satélite (como Vía Digital y Canal Satélite Digital, fusionados más tarde como Digital+), los cuales también ofrecían una interactividad parecida.
La televisión interactiva
La televisión interactiva se podría definir de múltiples modos. Por ejemplo, podría entenderse como la radiodifusión de un medio de transmisión de información de imagen y sonido que es capaz de recibir información de cada usuario y tenerla en cuenta para modificar su propio contenido en tiempo real, es decir, mientras se realiza la emisión. Evitando este tipo de expresiones formales, que muchas veces aún confunden más a lectores poco expertos, se podría definir también como una televisión en la que el telespectador puede hacer algo más que simplemente verla o/y oírla, pasando a ser una especie de “teleparticipante”, ya que tiene la posibilidad de realizar acciones que pueden cambiar el contenido mostrado por su televisor.
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